El que hoy no te valora, mañana te echa de menos.
Claro que te echo de menos, pero no a ese capullo que me hizo llorar, echo de menos al imbécil que me hacia reír, a ese que me regaló una estrella aquella noche tumbados en un banco, borrachos de felicidad, al que con un sencillo, y simple te quiero, hacía que las mariposas arrasaran con mi estómago. A ese que creía en mí aún cuando todo el mundo me decía que no lo iba a conseguir, a ese que le daba brillo a mi mirada, al que me hizo encontrarme después de estar tanto tiempo perdida, el que me decía mil veces lo guapa que estaba. Echo de menos a ese idiota con mentalidad de un crío de ocho años, el que me abrazó aquella noche de abril mientras las lágrimas surcaban por mis mejillas. Ese, el que me hacía reírme hasta cuando el mundo parecía derrumbarse por completo, el que era tan especial, el que era tan despreocupado del mundo que nunca se tomó nada en serio... ni siquiera a mí.
Comentarios
Publicar un comentario