Entradas

Mostrando entradas de 2021

Reconstruirse

Lo bueno de haberme destruido hasta mis cimientos fue que yo misma pude ir reconstruyéndome juntando las piezas de todo aquello que aprendí. Lo bueno de haber estado tan rota es que cuando comienzas a recomponerte ya no quieres volver a incluir aquellos pedazos de ti que te llevaron precisamente a acabar tan mal. Porque, por suerte, lo vivido te ha hecho aprender. Has crecido, te ha convertido en una mejor persona. Gracias a ello, has entendido qué cosas jamás volverás a permitir. También has comprendido el poder del amor y, sobre todo, a saber enfocarlo de un modo positivo, sano.  Algo que se ha roto jamás podrá volver a ser lo mismo que era antes. Pero eso no debe asustarte: a veces puede convertirse en algo mejor.

Controla tus pensamientos y no dejes que sean ellos los que te controlen a ti

A veces nosotros mismos creamos problemas que solo existen en nuestra cabeza. Nos inunda la inseguridad y nuestros temores se ven reflejados en pensamientos que se pasean casi sin permiso por nuestra mente. Sufrimos de antemano por cosas que en la mayoría de ocasiones ni siquiera ocurren. Lo que tenga que venir, vendrá. Pero de nada sirve sufrir por ello antes de tiempo.  Existe un proverbio chino que dice...  Si tienes un problema que no tiene solución, ¿para qué te preocupas? y si tiene solución... ¿para qué te preocupas?

A veces dos brazos se convierten en refugio

Me gusta que me quieras porque haciéndolo me has enseñado una de las lecciones más obvias y valiosas de la vida, que hasta entonces no había entendido: el amor no duele, cura.  Te repara. Cicatriza las heridas que ni el tiempo es capaz de sanar. Te salva. Del mundo. De las personas que no te hacen bien. Del dolor. De los malos pensamientos. Incluso a veces de ti misma. Te protege. Te hace sentir que existe un sitio en el mundo donde puedes ser tú misma. Donde hay alguien que te escucha y se preocupa por intentar entenderte. Donde compartir las piedras que cargas a tus espaldas para que pesen menos.  El amor son dos ojos que nunca van a permitir verte caer. Es un espejo para cuando quieres ver todo lo bueno que hay en ti. Es el consuelo de aquellos que, aún sabiendo las vergüenzas y desgracias que nos rodean, saben que siempre habrá un lugar en el que sentirse a salvo de todo ello. El amor te sostiene. Y te enseña que, a veces, dos brazos se convierten en refugio.

Una huida hacia el lugar de siempre

Intenté alejarme, Pero tu amor me había calado hasta los huesos. Y nadie puede huir de lo que lleva dentro

Te fuiste sin hacer ruido. Y yo siempre fui de hacer oídos sordos

Me perdí entre tus dudas hasta que me encontré de bruces con la certeza más dura: A veces nos empeñamos en salvar lo que ya hace tiempo que perdimos. Te fuiste sin hacer ruido. Y yo siempre fui de hacer oídos sordos.

El único juez al que le lloro es mi conciencia

Todo lo malo que puedas decirme ya me lo he dicho yo antes. El daño que quieras hacerme nunca será mayor del que yo misma me provoqué hace tiempo. El único juez al que le lloro es mi conciencia. Aprendí a ser a base de machacarme, de juzgarme, de desmenuzarme tras cada error que sentenciaba como imperdonable. Pero un día aprendí que debía dejarme ser. Que tenía que parar de cuestionarme. Darme un respiro. Permitirme equivocarme y dejar de autoexigirme lo que ya sabía imposible. Pero, sobre todo, dejar de culparme de que lo fuese. He dormido y convivido con el enemigo: lo llevaba dentro . Tuve que combatir contra mis demonios y hacer las paces con los monstruos que dormían bajo mi almohada.  Y si algo me enseñó todo aquello es que hay que dejar de escuchar las voces que te restan. Que te consumen. Que te hacen sentir pequeña. Y no pasar por alto que a veces esa voz es la propia.  Hay que dejar de ser el dedo que señala y condena para convertirse en la mano que abriga. Que sostiene y su

A veces una retirada a tiempo es la mejor forma de cerrar la herida

Te colaste tan dentro que podías manejarme. Y te negaste a salir incluso cuando más dolía. Incluso cuando dejamos de ser uno. Incluso cuando te dejaba ver lo que me habías hecho. Nunca supiste parar.

No permitiré que nadie vuelva a hacerme lo que tú

Nadie volverá a destruir los muros de mi amor propio. Nadie conquistará mi voluntad ni atacará la paz que un día di por perdida. Nadie volverá a abocarme a una guerra en la que lucho en las filas del enemigo. Nadie volverá a invadir los recovecos de mi cuerpo, Ni dominará mis impulsos. Nadie volverá a refugiarse en las trincheras de lo que soy. Nadie volverá a ser tan importante como para hacerme olvidar quién soy y lo que merezco. Nadie.  Ni siquiera tú.

No hay nadie en el mundo capaz de hacerte más feliz que tú mismo

Nos pasamos la vida buscando a una persona a la que entregarle todo lo que somos. Sentimos la necesidad de demostrar cuánto somos capaces de dar y ser por alguien. Sin darnos cuenta de que, al perderla, se acaba llevando todo. Aspiramos a una dependencia emocional que nos produce una frustración enorme al darnos cuenta de lo peligroso que es que nuestra felicidad no esté en nuestras propias manos. Convivimos con la absurda idea romántica de lo apasionado que es perder la cabeza por alguien. Y no podemos estar más equivocados. Lo realmente extraordinario es que una persona sepa que es capaz de ser feliz sin ti, pero aún así prefiera estar contigo. No por necesidad, sino por elección propia. Lo más fascinante es que una persona te abra las puertas de su vida porque quiere compartirla contigo. Pero no te la entrega: la comparte.  Empecemos a acabar con esa posesión enfermiza: las personas no somos cosas. Aprendamos de una vez a que no hay que aferrarse a nadie, más que a uno mismo. A nues

Crecer es darte cuenta de que nada es lo que parecía

Soy el resultado de lo que me han aportado aquellos que me quieren. Y me niego a convertirme en la consecuencia de lo que me hicieron quienes decían hacerlo. Crecer es mantener una lucha interna constante en la que tienes que soportar traiciones, mentiras y decepciones sin permitir que todas ellas te conviertan en la persona que no eres. En la que no te gustaría ser.  Crecer es aceptar la maldad ajena y no permitir que ello te condicione ni te cambie. Es aprender a ser feliz rodeado de gente de la cual sabes que jamás podrás fiarte del todo. Creer firmemente que nunca podrán fallarte, pero estar preparado por si lo hacen. Comprender que la única persona a la que vas a tener siempre -y a la cual le debes ser fiel- es a ti misma.

Existen tantas formas de vivir como personas en el mundo

Ojalá la empatía arrase con la intolerancia de aquellos que piensan que la única forma válida de vivir es la suya Ojalá algún día las personas sean capaces de mirar sin juzgar. De aprender a respetar, sin cuestionar. Ojalá dejen de intentar imponer su pensamiento como si fuese un peligro que alguien opine diferente. Ojalá entiendan que cualquier persona es libre de hacer con su vida lo que quiera mientras no haga daño a nadie. Que la belleza está en la diversidad, que de gustos no hay nada escrito y que todos merecemos ser los dueños de nuestra propia vida sin tener cerca ningún dedo acusador que nos haga sentir lo contrario. Existen tantas formas de vivir como personas en el mundo. Y, mientras todas ellas nos hagan felices, ninguna será mejor que otra. Nadie debería condenar a otro a vivir atrapado en una mentira que no le representa.  Ojalá dejemos de juzgar las vidas ajenas y nos ocupemos de arreglar las propias. Quien está satisfecho consigo mismo no siente la necesidad de husmear

Me niego a poner un punto si no eres tú lo que sigue

Me niego a caer en la conformidad de quienes se resignan a aceptar sin rechistar los golpes que les da la vida. A quedarme resguardada en una zona de confort que no me hace feliz. Me sumo a la causa de aquellos locos que se atreven a combatir sus miedos e inseguridades para tratar de encontrar su lugar en el mundo. Pero, sobre todo, a la de esos que luchan y cuidan a quienes tienen cerca para no llegar allí solos.