Lo que dice la cabeza, más tarde el corazón lo traiciona.
Sabía todo de mí, menos quererme. Mis reacciones. Mis cambios de humor. Mis gustos. Mis manías. Sabía qué pensaba en cada momento, lo que me gustaba y lo que me daba mucha rabia pero que él siempre hacía para picarme. No quería quererle, pero era lo que más hacía. Tiempo. Mucho tiempo. Demasiado tiempo. Nos queremos. Nos odiamos. Y así. Y pasa el tiempo. Y te quiero más. Y me quiero menos. Y me vuelvo imbécil. Y ¿quién es esa? Esa no soy yo.
Mi corazón iluso. Roto. Aún palpita. En tus manos. Lo sigues teniendo tú.
Cuando no tenía nada, yo te lo daba todo. ¿Y qué mierdas hago? Si estás fuera de mi vida y no de mi cabeza, si me dices que me quieres y demuestras lo contrario. Si hay una lista interminable de cosas malas y otra mucho más corta de las buenas. Y aun así, sigo pensando que las buenas lo compensan todo.
Yo que maté las ganas arrasando con todo lo mío. Tú que acabaste con todos mis ''yo nunca'' y mis ''yo que va''.
Yo, la que decía "No volveré a llorar por nadie, ya lloré suficiente y ahora soy mucho más fuerte", y cada noche antes de dormir lloraba hasta quedarse sin lágrimas en el cuerpo.
Pero ya estoy cansada de eso. De noches en vela sin dormir, buscando soluciones a algo que ya no tiene remedio, de desilusiones. Cansada de dar pasos equivocados, de tumbarme en la cama en plena tarde de domingo mientras ahí fuera pasa la vida como si nada. Cansada de tantas cosas, que ya no recuerdo por qué escogí ese camino, por qué me ilusioné tantas veces como una tonta. Y ahora que todo ha pasado, todavía me pregunto por qué después de este tiempo no he sido capaz de cansarme de ti.
Comentarios
Publicar un comentario