Nunca renuncies a lo que quieres, pero recuerda que por algunas cosas no vale la pena luchar.


Cerrar puertas, seguir adelante, sea como sea, pero seguir. Ir soltándote poco a poco. Aunque duela. En ciertas ocasiones pensamos que dejar atrás algo que nos llenó de felicidad durante años, duele más que tenerlo. Tocamos fondo y nos vemos incapaces de abandonarlo por mucho que nos duela.Tenemos miedo, mucho miedo. Sin embargo por mucho que duela, la recompensa de sonreír por ti misma, de aprender a estar sola, de desprenderte de aquello que no mereces, es necesaria en esos momentos. Y un buen día te despiertas, y ya no duele tanto, te despiertas sabiendo que ocurra lo que ocurra, recibas las señales o mensajes que recibas, ya no formas parte de ese pasado que durante un largo tiempo, te mantuvo sonriendo, pero que acabó arrancándote todas y cada una de las sonrisas que te quedaban.  Y eso, merece la pena. Hay que aprender a decir ''adiós''. La vida te lo recompensará con un nuevo ''hola''.

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